Creíame inerte, vagaba inerme,
siempre sonante, nunca gozante.
Fulminante llegaste, extenuante, me ofuscaste.
Bastóme un parpadeo, exceso, mil besos por favor.
Tus mieles endulzaron mi boca, ¡que nectar de dios!
Me elevas cual oda, efervescente en mi alma, ¿culpable? Lo soy.
Música mágica, me llenas, de sed, de flores, de ti.
(Foto: Francesca Woodman)