7.02.2009

El templo de tus ojos


El cielo brillaba más que nunca, la brisa mojaba mi nariz, y mis manos podían sentir la hierba húmeda; el viento hacía bailar las hojas, y mis pies danzaban junto con ellas.

El mundo lucía diferente, con esa esencia de regocijo y paz que necesitaba.

Al llegar al final del camino tu me esperabas con más brillo que nunca, impregnado de canciones y magia palpitante.

Corrí para abrazarte y oprimiste tus labios contra los míos, flotamos en instantes espléndidos, mientras la lluvia guiaba nuestros pasos, hasta llegar al templo de tus ojos, en donde extasiados de tanto bailar, caímos en un profundo sueño, del que no despertamos jamás.

 
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